Movistar Team, un 2011 inquebrantable
23 Octubre 2011

21 triunfos y victorias en las tres grandes adornan el palmarés de un equipo que luchó sin descanso durante toda la campaña entre las alegrías y las desgracias

Movistar Team cerró su primera temporada en lo más alto del pelotón ciclista internacional haciendo gala de su sobresaliente nivel deportivo y de los valores que han caracterizado desde hace más de tres décadas, con sus anteriores patrocinadores, al plantel dirigido por Eusebio Unzué. La escuadratelefónica concluyó en el Giro di Lombardia de la pasada semana una campaña 2011 en la que sus ciclistas completaron más de 270.000 kilómetros en cuatro continentes y sumaron un total de 21 triunfos individuales, cuatro de ellos en las tres grandes vueltas por etapas -hito sólo alcanzado por otros tres conjuntos en el mundo en esta campaña- y cinco victorias por equipos.

El equipo azul, que completó 2011 como la mejor escuadra española del UCI World Tour, llegó a figurar durante toda la campaña entre los diez mejores planteles -incluso alcanzando el top-5 durante la primera mitad del año- del prestigioso CQ Ranking, clasificación que mide la regularidad de todos los corredores del equipo a lo largo y ancho del calendario mundial, donde finalizó 11º sólo tras su última competición, lo que demuestra la constancia de un bloque que supo suplir la ausencia de un gran líder con resultados de prestigio durante toda la campaña, incluso tras los terribles momentos sufridos durante el transcurso de la misma.

A pesar de la pérdida del añorado Xavi Tondo en mayo y de la grave lesión sufrida por Mauricio Soler menos de un mes después, Movistar Team demostró su profesionalidad y coraje al lograr ocho triunfos en la segunda parte de la temporada, que se sumaban a los trece ya obtenidos hasta la segunda semana del Giro de Italia. Ya en enero, el equipo de Unzué abría su casillero con los éxitos del propio Tondo (en la contrarreloj del Tour de San Luis, su penúltimo éxito antes de la general de la Vuelta a Castilla y León) y de Fran Ventoso (en el Tour Down Under, primera de sus cinco dianas que le convirtieron en pichichi del equipo).

España fue el escenario donde la escuadra telefónica logró sus siguientes diez triunfos: en el Trofeo Deià, con José Joaquín Rojas; en Andalucía, con Ventoso; en dos vueltas WorldTour como Catalunya y País Vasco, con Rojas y el bielorruso Vasil Kiryienka; en la propia Castilla y León, donde Ventoso se adjudicó otros dos parciales; en la Rioja, con Imanol Erviti; y en la Vuelta a Madrid, con el debut en profesionales de Enrique Sanz y la general -segunda de las tres obtenidas por el equipo- a cargo del último en llegar a la disciplina azul, un Rui Costa que llevaría a la gloria los colores de Movistar imponiéndose, dos meses después, en la cima de Super-Besse en el Tour de Francia.

Entre ambas victorias, algunos de los premios más significativos del año: el regreso de Ventoso a lo más alto en una grande, llevándose la sexta etapa del Giro, y la confirmación de Vasil Kiryienka en la elite mundial, logrando el éxito en Sestriere sólo cinco días después del fallecimiento de Tondo y rubricando su progresión con la general de la Route du Sud, ya en junio. Pocos días antes de la tercera del bielorruso, Mauricio Soler se vestía de líder en la misma Vuelta a Suiza que le vería dar las que son, hasta la fecha, sus últimas pedaladas en competición.

Tras el Tour de Francia -donde José Joaquín Rojas dio lustre a la participación española con el maillot de campeón nacional obtenido en Castellón frente a Alberto Contador, peleando hasta el último día por el jersey verde de la regularidad-, los chicos de Unzué no bajaron el pistón. Autores de la contrarreloj por equipos más rápida de los últimos tiempos -casi 70 km/h en la Vuelta a Burgos-, el equipo se presentó en la Vuelta a España con la ilusión del triplete en las grandes. Y no falló. En la tercera etapa, el hombre más carismático de la plantilla, Pablo Lastras, evidenciaba su segunda juventud como ciclista al vestirse de líder con un contundente éxito en solitario en la meta de Totana. La victoria de Rui Costa en el GP Montréal, el mismo día de la conclusión de la ronda española, cerraba el círculo.

Por encima de los resultados deportivos quedaron los inapelables valores de un grupo de 26 corredores que tuvieron que luchar contra la adversidad durante todo el año, no sólo por las dos tragedias sufridas en la primavera, sino por multitud de infortunios iniciados con el asalto sufrido por Andrey Amador mientras entrenaba en su natal Costa Rica; la larga lesión de Rubén Plaza, caído en la Vuelta a Murcia y repuesto sólo a final de temporada tras cuatro meses de recuperación por su fractura de tibia y peroné; la caída del capitán de ruta del equipo, Chente García Acosta, en su decimoquinta Vuelta a España consecutiva, o la intoxicación sufrida por la mayoría de sus integrantes en la última semana de la ronda hispana, no fueron capaces de minar la moral de un grupo inquebrantable.