Ha sido una de las grandes muestras de progresión del conjunto 'telefónico' en 2019, aunque los años anteriores no resultaron una experiencia sencilla para la cejeña. Escuchamos a uno de los grandes talentos del ciclismo latino hablar sobre su camino hasta Movistar Team.
Todos (y esto incluye a ambos sexos) sabemos que llegar y adaptarse al ciclismo europeo no es nada fácil. Es una escuela que requiere, más allá de talento, mucha disciplina, constancia y perseverancia. No basta solo con ser bueno en lo que haces para ser un deportista de élite. Y lo puntualizo más perteneciendo a la categoría femenina, y en mi caso, siendo ciclista colombiana, con una vida y costumbres muy diferentes. He llegado a otro país con apenas 17 años, me encontré con otra realidad: lugares, personas, idioma, clima y distancia, entre otros factores, aparte de la diferencia en la parte competitiva, que es completamente opuesta a lo que disfruté y aprendí en mi lugar de origen.
Mi primera escala fue Suiza, en el Centro Mundial de formación –UCI- más prestigioso para ciclistas juveniles, donde empecé a pulirme como ciclista y como persona. La realidad es que muchos piensan que con estar acá ya todo es color rosa, pero ¿alguien sabe de los sacrificios, lo que vivimos y lo que soportamos en este mundo desde adentro?
La primera competencia a la que asistí fue en Francia y fue justo allí donde por primera vez sentí que no podía terminar. Me había encontrado de frente con el verdadero ciclismo, corriendo a -3 grados y con lluvia durante toda la competencia. Mi cuerpo estaba congelado por completo aun llevando toda la ropa de invierno. Llegué a un punto que no podía ni frenar ni comer porque mis manos no las podía mover.
Miles de pensamientos se pasan por tu cabeza: desesperación, impotencia y esas ganas de abandonar que te entran, pero que a la vez se mezclan con el deseo de tu corazón que te pide luchar un poco más. Al final, casi sin poder hablar y con algunas lágrimas de dolor, vino a mí la satisfacción de haber soportado y no haber renunciado. Desde ese momento solo pensaba en la próxima competencia y volver a superarme a mí misma.
Hubo días de mucho cansancio en entrenamientos y competencias, de pensar si lo iba a poder lograr, de preguntarte si estaba en el lugar adecuado. Aun así me paraba con más ganas. A medida que iba adquiriendo algo más de conocimiento y experiencia, entre otros aspectos, hallaba ya algunos cambios en mi cuerpo, que se iba adaptando un poco mejor a las condiciones climáticas, a los esfuerzos que realizaba día tras día y podía ver la manera de ir recuperando poco a poco. Pero para lograrlo también necesitaba un buen descanso y alimentación adecuada para ir ajustando la mente a lo que me pedía el cuerpo.
Hoy en día toda esa escuela de climas extremos, de soledades, de dolor y hasta de ganas de no seguir, me ha llevado a realizar uno de mis más grandes sueños: conformar la nómina de un equipo World Tour, y lo he logrado con uno de los mejores y más reputados del mundo como Movistar Team. Al verme aquí, rodeada de tantas cosas que en un momento parecían tan lejanas, me pongo a pensar que todo lo que he realizado, los sacrificios, la distancia y la soledad sin mi familia, pasar días difíciles y cada momento que te deja una marca, se están viendo recompensados y empiezan a dar frutos.
Hoy sigo aprendiendo porque el aprendizaje es como el ciclismo, no para, es constante. No deja de ser duro y difícil pero todo vale la pena y lo disfruto. Sigo creciendo al lado de esta familia que me abrió sus puertas para seguir con la ilusión de perseguir y cumplir más sueños.
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Imagen portada (c): Photo Gomez Sport