Milán-San Remo

Sin sus 291 kilómetros -la prueba más larga de todo el calendario-, el recorrido de la Milán-San Remo seguramente no podría nunca evitar un sprint amplísimo. Pero es esa inigualable longitud la que ofrece una opción a los mejores clasicómanos, o incluso a algún escalador, de atreverse a atacar en el Poggio con casi siete horas de competición en las piernas y optar al éxito en la Via Roma.

La ‘Classicissima’ (110ª edición) apenas ha variado su recorrido en los últimos años y sigue respetando, desde la eliminación del alto de Le Manie, el esquema que le ha hecho famosa como primer ‘Monumento’ de la primavera. Unos primeros 120 km muy suaves hasta Ovada, para la conformación de la fuga, dan paso al Turchino (km 142) y su rápido descenso hacia la Riviera Ligure, donde tras 80 km adicionales de tránsito llano comienzan las ascensiones clave.

Los ‘Capi’ -Capo Mele (km 239), Capo Cervo (km 244) y Capo Berta (km 252)- preceden a la siempre incómoda Cipressa (km 269), casi seis kilómetros al 4% de desnivel en cuyo descenso a menudo se origina una importante selección y algunos ataques que encienden definitivamente la prueba. Desde ahí, la siempre difícil colocación y los 3,7 km, al 3,7% de desnivel, del Poggio (km 285,6), una subida de ‘plato grande’ en la que quienes tienen fuerzas abren una diferencia clave que les permite mantener vivas sus opciones en el enrevesado descenso.