Alejandro Valverde

Es difícil hacer honores con palabras al ciclista más completo que la piel de toro ha conocido en toda su historia. Representar la grandeza espiritual y el talento deportivo que posee Alejandro Valverde se puede intentar hacer con números -y tendríamos para varias páginas-, con momentos -y el vídeo sería todo un largometraje- o con adjetivos -resultarían muchos de ellos desaforados-. Es, sencillamente, el ‘Bala’. El hombre humilde, familiar, sencillo, cuya talla deportiva tiene su reflejo en una calidad humana difícil de encontrar en un líder. Cuida a los medios, aprecia a sus compañeros, deleita a sus fans. Un tipo inigualable.

Para 2017, el ‘Bala’ vuelve a marcarse pequeños grandes objetivos. Tiene cuentas pendientes con la Amstel Gold Race y con Il Lombardia, pruebas donde lleva tiempo brillando -y en las que puede ganar sin problema- pero en las que le falta llegar al escalón más alto del podio. Quiere llegar a las 100 victorias de profesional, y al inicio de campaña le quedan solo tres. Y quiere volver a ayudar a Nairo Quintana en el Tour de Francia, y destacar en la Vuelta, y volver a celebrar en las Ardenas… sin que su cuenta de días de competición se vuelva a ir a los 92, con las tres ‘grandes’ (3º en el Giro, 6º en el Tour, 12º en la Vuelta) y los Juegos Olímpicos incluidos, de 2016.