LLENO DE SACRIFICIO. Hijo de Anselmo y Yolanda, trabajadores en los campos de papa y, en el caso de la madre, una ávida ciclista, Juan Diego Alba es uno más de los incontables ciclistas que tuvieron que compaginar en sus años de juventud los estudios, el trabajo en las labores familiares y la bici para salir adelante y labrarse juntos el porvenir. De la Escuela de Ciclismo de Tuta, su localidad natal, saltó al Boyacá es para Vivirla, el equipo de la tierra, y de allí, a destacadas prestaciones internacionales que le han ganado su sitio en las ‘grandes ligas’.
SU GRAN GIRO. En la montaña, en las mismas alturas donde vive a 2600m sobre el nivel del mar, se fraguó su gran semana entre los mejores jóvenes del mundo: la del Giro sub23 de 2019, en el que acabó 3º en la general, tras Camilo Ardila y su actual compañero Einer Rubio, con un triunfo de etapa en un lugar de sabor añejo para el ciclismo como Aprica. Unos éxitos que deben servirle como inspiración para seguir explotando ese punto fuerte en profesionales, ante los mejores del mundo.
AÑO DE ADAPTACIÓN. Su debut en profesionales, marcado -como el de todos los ‘neos’ de 2020- por el largo parón, no le impidió cuajar un buen papel en su primera carrera entre los worldtour, el Tour Colombia -24º y primer movistar-, o disputar carreras del máximo nivel como Lombardía, Tirreno-Adriático, Flecha o Lieja. Con paciencia y buen trabajo para buscar grandes objetivos en los próximos años.
Juan Diego bien pudo no acabar como ciclista profesional, ya que su otra gran pasión, a un nivel similar o incluso mayor que la bici, era la danza. Fue el consejo de sus padres y de su entrenador, Ricardo Mesa, de especializarse el que le llevó a tomar finalmente el camino del deporte y no el de ser -continúa siéndolo- un buen bailarín.
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- Debutando en profesionales en el Tour Colombia 2020.
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- Durante la segunda mitad de 2020, en el Gran Piemonte.
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- Su victoria en Aprica, en el Giro sub23 de 2019.
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- En el podio de la ‘Corsa Rosa’ amateur.