París-Roubaix

Pocas pruebas con la mística intrínseca de la ‘Reina de las Clásicas’, cuya tercera edición repite los elementos característicos de su embarrada ‘premiere’, 2021, y su veloz continuación, 2022. Aquí no se pasa Arenberg -está justo al lado de la actual salida, en Denain-, pero sí el resto de tramos característicos de una prueba que exige suerte, colocación, concentración y, por supuesto, piernas.

Aunque aquí todo se puede romper en un segundo, dos son las zonas clave: los tramos de aproximación al Mons-en-Pévèle (sector 11; 49 km al final) y la combinación de Camphin-en-Pévèle (sector 5; 20 a meta) con el Carrefour de l’Arbre (sector 4; 17 a la llegada), desde los cuales prácticamente no hay otra selección posible. Una carrera que es pura y simple agonía, desde el circuito inicial y hasta la mítica llegada en el Velódromo.